que casi me revientan los riñones
todas estas llagas, hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
Mario Benedetti
EL TEATRO PENITENCIARIO:
EXPERIENCIA DE VIDA DETERMINANTE PARA MIRLA CASTELLANOS
Como productores y conductores de “Con Las Tablas en la Cabeza”, nos interesamos en dar a conocer el rol del teatro en la sociedad, ya que pensamos que nuestra profesión, al igual que el deporte, son bastiones fundamentales que aportan grandemente en el desarrollo y crecimiento de la misma, a través de la contribución que cada individuo ofrece dentro de un grupo de trabajo unido en la expresión de un colectivo que tiene muchas cosas que decir.
En aras de discernir al respecto, hemos abordado el tema con quienes desde la experiencia directa han hecho de este arte una herramienta mágica y efectiva para la recuperación de las capacidades creativas del hombre en estado de cautiverio, una herramienta para su reeducación que conlleve a su posterior inclusión en positivo a la sociedad a la que pertenece.
Por ello, compartimos con Mirla Castellanos, docente de las Artes Escénicas egresada del Pedagógico de Caracas quien ha desarrollado su profesión en espacios “No Convencionales”, como Penales y Hospitales, trabajando con poblaciones diferentes, ávidas de abrir mundos de esperanzas mediante el “crear”, “imaginar” e inventar con la libertad que proporciona el pensamiento.
La decisión de llevar el teatro tras las rejas la tomó inicialmente como investigación para su Trabajo Especial de Grado en compañía de otras estudiantes de Artes Escénicas; fue así como llegaron al ya clausurado, Internado Judicial de la Planta ubicado en la Urbanización El Paraíso de nuestra ciudad capital.
Seis años de trabajo la llevaron a asegurar que el teatro les permite estar activos a este tipo de población, los insta a crear, ya sea a través de la escritura y la elaboración de un texto, o a través de la construcción de diferentes personajes por medio de los cuales cuentan sus historias y se expresan ya sea físicamente o por otras vías, activando sentimientos y sensaciones, como lo es la esperanza.
En la conversación sostenida con esta mujer de las artes en “Con Las Tablas en la Cabeza”, nos comentó que una vez dentro del Penal ella y su compañera, analizaron el espacio de trabajo y sus condiciones, el contexto planteado concientes de que la realidad del ambiente siempre produce cambios dentro de las estrategias, replanteando los objetivos iniciales e incluso la metodología pensada; situación necesaria para el total entendimiento de los aportes verdaderos que el teatro puede brindar al grupo objetivo; para Castellanos entrar a un penal enarbolando la bandera del Teatro significa incursionar a un mundo desconocido y excitante minado de sorpresas, de atractivos y de necesidades que hay que atender.
Lo que comenzó como un trabajo de investigación terminó siendo una experiencia que duró seis años, espacio de tiempo que la llevó junto a los procesados a compartir en otros penales, a desarrollar cosas nuevas que se fueron descubriendo con la práctica, y a establecer lazos de compañerismo y amistad cada vez más estrechos en hombres inmersos dentro de ambientes problemáticos, quienes encontraron en el teatro un medio para expresar sus sentimientos y emociones, para recrearse y compartir con sus familiares; seres humanos que finalmente lograron asumir que la vida puede ser distinta, y que es posible la reeducación del individuo a través del teatro, por medio de la autorreflexión que se logra y del auto-conocimiento.
Acota Castellanos que su labor fue grandemente apoyada por el extinto CONAC, pero que sin embargo el teatro no lo puede todo ya que es necesario para un logro óptimo del individuo, aunar fuerzas, por tratarse de un mundo muy hostil, que requiere ser estudiado minuciosamente para entender las condiciones en las que viven los reclusos…, "¡una población que quiere hacer algo distinto, que necesita nuevas experiencias que les ofrezca la posibilidad de salir del ocio que abunda dentro de las cárceles venezolanas devoradoras de hombres jóvenes que no hacen nada allá dentro diferente a ser maltratados, golpeados, dormir y comer mal, entre otras cosas!"
Al poco tiempo de trabajo con los reclusos, el ambiente que se logró les permitió compartir no sólo las actividades teatrales, sino también un mundo en el que el desayuno en “familia”, era parte del día a día y del respeto, alimentos que eran preparados por los privados de libertad y que incluía el café respectivo como señal de amistad.
En palabras de Castellanos, “ser recibido y aceptado por la población penitenciaria no es fácil, primero hay que ganarse la confianza y el respeto, cuando esto se logra, se consigue la colaboración y participación de los interesados, quienes en respuesta a lo que se le ofrece, realizan las actividades, los ejercicios propuestos y las asignaciones acordadas, poniendo en ello gran cariño”.
Considera esta profesional del teatro que es mejor trabajar con el sexo opuesto, ya que en el caso de las privadas de libertad, por ser mujeres son más competitivas y más difíciles de manejar cuando el facilitador es del mismo sexo.
La experiencia vivida como facilitadora dentro de un penal, le permitió a esta teatrera conocer la variedad de caracteres que existe en la población penitenciaria, siendo que muchos reclusos nunca tuvieron a oportunidad de asistir a un teatro, mientras otros no les interesaba simplemente porque no lo conocían; hombres que suelen sentirse atacados.
El estudio de este grupo social le permitió a nuestra invitada, detectar la capacidad de observación de la gran mayoría de estos hombres y lo acucioso de sus instintos; por ello estima que la gran estrategia para abordarlos con éxito es “la honestidad por parte de quien va a trabajar con ellos, quitarte la máscara, ser uno mismo; ya que se dan cuenta fácilmente de la mentira, notan rápidamente si les tienes asco, miedo, etc”.
En cuanto a la enseñanza, considera Mirla Castellanos que es necesario ser muy didáctico, explicarles que es lo que van a hacer y por qué, ya que no se trata de personas que hayan experimentado dentro del teatro anteriormente.
Después de un año de trabajo, la docente de las Artes Escénicas logró formar un grupo de teatro con estos hombres que se entregaron a lo planteado por sus facilitadoras, unas mujeres que los condujeron hacia el análisis que requiere el trabajo con un texto, logrando que los participantes se conocieran más a sí mismos, partiendo de sus vivencias, de lo propio de cada quien, para la construcción de temas sociales abordados a través de la comedia o de la farsa, evidenciando situaciones puntuales y particulares como la violencia y la tolerancia.
El trabajo comenzó con un aproximado de 7 hombres, número de integrantes que fue creciendo hasta lograr 15 personas, más tarde al trabajar dentro de los pabellones manejaron más de 50 hombres apegados a las nuevas experiencias vividas.
En 6 años de trabajo fueron muchos los cambios observados por esta luchadora social quien sigue insistiendo que en “la unión esta la fuerza”, ya que es menester aunar esfuerzos no sólo a través del deporte y el arte sino también apoyado por sector concerniente a la salud y a la alimentación entre otros.
A partir de esta práctica, Mirla Castellanos se reconoce como una profesional llamada al trabajo teatral en espacios No Convencionales, aquellos en donde existen personas que necesitan más que nunca de una atención directa y especial para comunicarse, expresarse, desahogarse y crecer en lo personal como seres con sentimientos capaces de reflexionar y mejorar en aras de ser útiles…, es esa justamente su vocación…, ¡estar en donde más la necesitan!
Finalmente Mirla Castellanos cierra su participación en “Con las Tablas en la Cabeza” Afirmando que el trabajo desde las artes para la inclusión y rehabilitación a la sociedad, de quien delinque radica en:
En aras de discernir al respecto, hemos abordado el tema con quienes desde la experiencia directa han hecho de este arte una herramienta mágica y efectiva para la recuperación de las capacidades creativas del hombre en estado de cautiverio, una herramienta para su reeducación que conlleve a su posterior inclusión en positivo a la sociedad a la que pertenece.
Por ello, compartimos con Mirla Castellanos, docente de las Artes Escénicas egresada del Pedagógico de Caracas quien ha desarrollado su profesión en espacios “No Convencionales”, como Penales y Hospitales, trabajando con poblaciones diferentes, ávidas de abrir mundos de esperanzas mediante el “crear”, “imaginar” e inventar con la libertad que proporciona el pensamiento.
En su afán por asistir con la profesión teatral a los más necesitados, Mirla Castellanos se decidió por “El Teatro Penitenciario”, del cual opina que se debe desarrollar a través de una metodología determinada, para que su efectividad sea contundente.
La decisión de llevar el teatro tras las rejas la tomó inicialmente como investigación para su Trabajo Especial de Grado en compañía de otras estudiantes de Artes Escénicas; fue así como llegaron al ya clausurado, Internado Judicial de la Planta ubicado en la Urbanización El Paraíso de nuestra ciudad capital.
Seis años de trabajo la llevaron a asegurar que el teatro les permite estar activos a este tipo de población, los insta a crear, ya sea a través de la escritura y la elaboración de un texto, o a través de la construcción de diferentes personajes por medio de los cuales cuentan sus historias y se expresan ya sea físicamente o por otras vías, activando sentimientos y sensaciones, como lo es la esperanza.
En la conversación sostenida con esta mujer de las artes en “Con Las Tablas en la Cabeza”, nos comentó que una vez dentro del Penal ella y su compañera, analizaron el espacio de trabajo y sus condiciones, el contexto planteado concientes de que la realidad del ambiente siempre produce cambios dentro de las estrategias, replanteando los objetivos iniciales e incluso la metodología pensada; situación necesaria para el total entendimiento de los aportes verdaderos que el teatro puede brindar al grupo objetivo; para Castellanos entrar a un penal enarbolando la bandera del Teatro significa incursionar a un mundo desconocido y excitante minado de sorpresas, de atractivos y de necesidades que hay que atender.
Lo que comenzó como un trabajo de investigación terminó siendo una experiencia que duró seis años, espacio de tiempo que la llevó junto a los procesados a compartir en otros penales, a desarrollar cosas nuevas que se fueron descubriendo con la práctica, y a establecer lazos de compañerismo y amistad cada vez más estrechos en hombres inmersos dentro de ambientes problemáticos, quienes encontraron en el teatro un medio para expresar sus sentimientos y emociones, para recrearse y compartir con sus familiares; seres humanos que finalmente lograron asumir que la vida puede ser distinta, y que es posible la reeducación del individuo a través del teatro, por medio de la autorreflexión que se logra y del auto-conocimiento.
Acota Castellanos que su labor fue grandemente apoyada por el extinto CONAC, pero que sin embargo el teatro no lo puede todo ya que es necesario para un logro óptimo del individuo, aunar fuerzas, por tratarse de un mundo muy hostil, que requiere ser estudiado minuciosamente para entender las condiciones en las que viven los reclusos…, "¡una población que quiere hacer algo distinto, que necesita nuevas experiencias que les ofrezca la posibilidad de salir del ocio que abunda dentro de las cárceles venezolanas devoradoras de hombres jóvenes que no hacen nada allá dentro diferente a ser maltratados, golpeados, dormir y comer mal, entre otras cosas!"
Al poco tiempo de trabajo con los reclusos, el ambiente que se logró les permitió compartir no sólo las actividades teatrales, sino también un mundo en el que el desayuno en “familia”, era parte del día a día y del respeto, alimentos que eran preparados por los privados de libertad y que incluía el café respectivo como señal de amistad.
En palabras de Castellanos, “ser recibido y aceptado por la población penitenciaria no es fácil, primero hay que ganarse la confianza y el respeto, cuando esto se logra, se consigue la colaboración y participación de los interesados, quienes en respuesta a lo que se le ofrece, realizan las actividades, los ejercicios propuestos y las asignaciones acordadas, poniendo en ello gran cariño”.
Considera esta profesional del teatro que es mejor trabajar con el sexo opuesto, ya que en el caso de las privadas de libertad, por ser mujeres son más competitivas y más difíciles de manejar cuando el facilitador es del mismo sexo.
Esta mujer asegura que no se debe olvidar que los privados de libertad son humanos pese al delito que han cometido, personas que erraron ante la sociedad, pero que si nos damos la tarea de conocer descubriremos que a su vez, generalmente también han sido víctimas de otros en su infancia, se trata entonces de personas marcadas por experiencias negativas, hombres y mujeres que han crecido muchas veces en núcleos familiares maltratadores, por lo que se han acostumbrado a ser juzgados, apartados, señalados y criticados, es por esto que cuando encuentran quien los escuchen saben apreciarlo.
La experiencia vivida como facilitadora dentro de un penal, le permitió a esta teatrera conocer la variedad de caracteres que existe en la población penitenciaria, siendo que muchos reclusos nunca tuvieron a oportunidad de asistir a un teatro, mientras otros no les interesaba simplemente porque no lo conocían; hombres que suelen sentirse atacados.
El estudio de este grupo social le permitió a nuestra invitada, detectar la capacidad de observación de la gran mayoría de estos hombres y lo acucioso de sus instintos; por ello estima que la gran estrategia para abordarlos con éxito es “la honestidad por parte de quien va a trabajar con ellos, quitarte la máscara, ser uno mismo; ya que se dan cuenta fácilmente de la mentira, notan rápidamente si les tienes asco, miedo, etc”.
En cuanto a la enseñanza, considera Mirla Castellanos que es necesario ser muy didáctico, explicarles que es lo que van a hacer y por qué, ya que no se trata de personas que hayan experimentado dentro del teatro anteriormente.
Después de un año de trabajo, la docente de las Artes Escénicas logró formar un grupo de teatro con estos hombres que se entregaron a lo planteado por sus facilitadoras, unas mujeres que los condujeron hacia el análisis que requiere el trabajo con un texto, logrando que los participantes se conocieran más a sí mismos, partiendo de sus vivencias, de lo propio de cada quien, para la construcción de temas sociales abordados a través de la comedia o de la farsa, evidenciando situaciones puntuales y particulares como la violencia y la tolerancia.
El trabajo comenzó con un aproximado de 7 hombres, número de integrantes que fue creciendo hasta lograr 15 personas, más tarde al trabajar dentro de los pabellones manejaron más de 50 hombres apegados a las nuevas experiencias vividas.
En 6 años de trabajo fueron muchos los cambios observados por esta luchadora social quien sigue insistiendo que en “la unión esta la fuerza”, ya que es menester aunar esfuerzos no sólo a través del deporte y el arte sino también apoyado por sector concerniente a la salud y a la alimentación entre otros.
A partir de esta práctica, Mirla Castellanos se reconoce como una profesional llamada al trabajo teatral en espacios No Convencionales, aquellos en donde existen personas que necesitan más que nunca de una atención directa y especial para comunicarse, expresarse, desahogarse y crecer en lo personal como seres con sentimientos capaces de reflexionar y mejorar en aras de ser útiles…, es esa justamente su vocación…, ¡estar en donde más la necesitan!
Finalmente Mirla Castellanos cierra su participación en “Con las Tablas en la Cabeza” Afirmando que el trabajo desde las artes para la inclusión y rehabilitación a la sociedad, de quien delinque radica en:
- La clasificación de los reclusos
- Su reeducación
- Y el posterior seguimiento fuera del penal para ayudarlo a reinsertarse en la sociedad.
En cuanto a los profesionales que hacen teatro, nuestra compañera de las artes asegura “que no debemos olvidar la función social del teatro”, por ello hace un llamado a quienes han pensado en las artes escénicas fuera de las escuelas y de las salas de teatro, a que experimenten cosas nuevas en espacios olvidados, con poblaciones poco atendidas que no conocen lo maravilloso que es construir sueños encarando las realidades por muy duras que éstas sean.