jueves, 6 de septiembre de 2012

LAS CÁBALAS EN EL TEATRO
 BAJO LA ÓPTICA DE PEDRO ALVAN

    La distancia hace de los recuerdos momentos apreciados u odiados, convierte los acontecimientos pasados en añoranzas o en sentimientos que en ocasiones se agolpan en nuestra memoria. Esperar ver a alguien de quien no hemos tenido noticia alguna desde hace tiempo, puede significar inquietud, alegría, dolor, entre la larga lista de emociones que afloran…, hay también quienes simplemente se pierden de vista, “se borran” temporalmente del mapa familiar y afectivo, de tal manera que cuando deciden “salir a la luz” nuevamente, hablamos de “aparecidos”, palabra que por años ha descrito a quienes por alguna razón se ausentan de cosas, casos y personas que aman o que detestan…, sin embargo, la palabra “Aparecidos”, también presta en nuestra Latinoamérica a ciertos celajes, sombras o “aparatos”, como se nombra en nuestro país, que hacen acto de presencia en los lugares y momentos menos esperados, forjando en nuestras creencias, acontecimientos que se alimentan de los miedos de quienes hacen oídos de ellas y luego lengua completa en puentes sempiternos por donde transitan las trasformaciones o mutaciones de un sinfín de puntos de vistas pertenecientes a un colectivo, a una sociedad…, la nuestra hace galas no sólo de dichas historias de aparecidos, sino además de otras relacionadas con las creencias y las supersticiones.  
   
    Ahora bien, en torno al hecho teatral, también se han gestado convicciones que han adquirido un carácter casi místico en la aceptación de muchos…,¡Las Cábalas!, y es que desde que el hombre se halló sólo en la inmensidad del regalo que Dios le dio por hogar, ha tratado de darle sentido a su entorno y los misterios inmersos en lo inexplicable, aquello que quebranta su lógica y paraliza su coherencia.

    Resultó que de las noches del hombre comenzaron a surgir seres nacidos de las sombras y sonidos atemorizantes provenientes de la naturaleza… ¡todo un mundo enigmático que demandaba interpretación¡ por muy sobrehumana o sobrenatural que esta fuese.

    En “Con las Tablas en la Cabeza” hemos desarrollado el tema de las cábalas con Pedro Alvan, un hombre que nació en Caracas en el siglo pasado, actor, espeleólogo, especialista en organización, planificación y logística, docente y montañista; para Alvan las cábalas es el sentir de la gente, cosas que nacen por comentarios que van de boca en boca y que con el devenir del tiempo se convierten en toda una historia a la que se le atribuyen poderes mágicos ¡del más acá y del más allá!.

   Son muchas las cábalas que ruedan dentro del sorprendente mundo del teatro, podemos mencionar el tema relacionado con el de llevar una prenda de vestir amarilla en algún montaje, esto, se trata de algo que “habría de evitarse” a toda costa, dado lo acontecido con Moliere al terminar la obra Médico a Palos para la cual vestía de azafranado. Con su muerte comienza a circular dentro del ámbito teatral que vestirse de ambarino es pavoso, lo que ha redundado que en casi ningún montaje conseguimos a actores vestidos de amarillo; si profundizamos en el tema corroboraremos que el subconsciente colectivo se conecta con cosas que coinciden y pasan por mera casualidad. Explica Alvan, en su cita a nuestro programa, que sentarse en escena con los pies en el aire también es considerado como pavoso, a igual que correr en el escenario.

    Ahora bien, en el orden de las ideas relacionadas al tema de “los aparecidos”, señaló este actor nacido en el siglo pasado, que en líneas generales se trata de muertos o espíritus que predestinan el éxito o no de las funciones, entre los que se pueden mencionar al chino que se ahorcó en la lámpara del teatro nacional, la niña desnuda en las patas del escenario de escena 8 entre otros.

    Para Alvan, de acuerdo con los razonamientos ya planteados vemos que con el teatro ocurre lo que sucede también con las cuevas…, representan para algunos, lugares que causan espanto, sitios en donde habitan energías distintas y que dentro del delgado límite de su mundo y del nuestro logran establecer contacto con nosotros hasta confundirse quizás con las sombras tambaleantes a la luz de las velas, las siluetas furtivas creadas por el parpadear rápido de los ojos, los ruidos inherentes a cada atmósfera o a cada miedo dentro del universo infinito de posibilidades existente en cada una de las mentes sensibles a ello …, por ende no se puede pasar por alto que la creatividad de quienes hacen teatro es inconmensurable y rueda libre a su antojo.

    Señala nuestro montañista invitado que en suma, todas estas hablillas, no son más que creencias que nacen en la sociedad misma y que nos identifican como parte de ella. En Latinoamérica son muchas las anécdotas que han germinado dentro de nuestra cultura, como una forma de recrearse en momentos de la historia en donde no había luz eléctrica o aún no llegaba la radio ni la televisión; lo que explica que unos de los entretenimientos favoritos de la gente fuese conversar largas horas, sentados en las puertas de las casas en noches alumbradas en ocasiones por velas o lámparas de kerosén. ¡Pensemos un poco en el tema de conversación preferido!; pues bien, cuando se agotaban los temas cotidianos del devenir diario, aquellos llenos de fantasmas se hacían presente, en parte también para fomentar el temor en los muchachos y hacer del temor una herramienta de control incluso para definir la hora de llegada a la casa de los jóvenes y la hora de mandarlos a la cama si no querían ser víctimas de algún instante desafortunado lleno de espanto. Eran momentos en los que cualquier movimiento producido por la brisa sobre el vaivén de la candela proyectaban formas en las calles o en alguna pared, invitando a la imaginación de la gente que creaban historias que comenzaron a circular de boca en boca y perduraron hasta nuestros días.

    Alvan asegura que estos cuentos se disfrutan, que son “sabrosos de creer” porque son parte de nuestro gentilicio y que además le dan sabor y diversión a los montajes. Hechas todas estas observaciones no podemos dudar que las artes escénicas son entonces uno de los lugares idóneos para desarrollar miedos y certidumbres como terreno extensivo de nuestra memoria colectiva.

    Pedro Alvan, esta convencido de que esta memoria colectiva en los latinoamericanos esta caracterizada por una “chispa” particular que nos define como pueblos hermanos, de allí que en cualquier parte podamos conseguir innumerables historias que según la región o el país varíen en algo, tales como La Llorona, La Sayona, El Carretón de la Muerte, El Silbón, entre otros. Volviendo al teatro, tenemos que incluso a ciertas obras se les ha atribuido algún tipo de poder paranormal, tal es el caso de Macbeth de Shakespeare, de la cual se dice que quien la protagonice le esperaba ciertos infortunios durante el tiempo de trabajo.

    Para finalizar el programa, Pedro Alván concluye aseverando que ciertamente, y como ya se dijo, las cábalas le dan sabor a los montajes, se trata de un ingrediente necesario dentro de los procesos teatrales a manera de aliviar esos instantes de estrés que siempre se generan debido a la tensión propia del oficio.

    Sigamos pues, esperando “la visita” proveniente del otro lado de la frontera de lo desconocido, aquella que por momentos abre sus puertas para darle paso a algún “aparecido”, que visto desde el balcón retrospectivo de lo ya vivido, llena a los que participamos del teatro, de añoranzas y sentimientos que en ocasiones se agolpan en nuestra memoria.



Lic. Nahir Borges
Especialista Gerencia
de los Procesos Educativos.