El modo de actuar del sujeto, que los griegos interpretaban bajo el criterio de la mímesis o imitación, como principio generador del arte, se convierte de esta forma, para la tradición teatral de Occidente, en el referente constitutivo más fundamental del personaje dramático. La acción se configura así como el núcleo central del episodio dramático, a la vez que implica, naturalmente, la existencia de sujetos que actúan, sujetos que poseen un carácter, y que adoptan un modo de pensar ante las acciones que ejecutan, eluden o demoran.
Etimológicamente proviene del latín “persona”, máscara que traduce a su vez la palabra griega que significa “papel”. Recordemos que en el teatro griego, el personaje llevaba una máscara. La persona es la máscara, el actor es el ejecutante y no la encarnación del personaje. Son los personajes quienes originan el dialogo, y por lo tanto quienes van a transmitir apropiándose del actor, el planteamiento o el discurso de la obra.
Aristóteles, se refirió al personaje diciendo, que éstos no actúan para imitar caracteres sino que ellos mismos revisten los caracteres a causa de las acciones.
En el teatro clásico se dieron a conocer personajes tipos, que se repitieron infinidad de veces y llegaron a convertirse en prototipos de determinadas virtudes y vicios: el parásito, el avaro, el astuto, el viejo ridículo, la criada pícara, el bufón, etc. En cuanto la Comedia del Arte, también conseguimos personajes célebres: Arlequín, Pantaleón, Colombina, y Polichinela.
El teatro occidental va evolucionando y esta concepción cambia cuando el personaje se va a identificar más con el actor que lo encarna y se transforma en una identidad psicológica y moral, igual que los otros hombres.
A partir del Renacimiento y hasta el Clasicismo Francés, el personaje tiene su momento más importante ya que en él descansa la obra y es elaborado por el dramaturgo como un conjunto de rasgos psicológicos y morales, tendiendo así hacia lo universal.
La Ilustración, y sobre todo el Romanticismo, educa al hombre en la idea de que toda experiencia humana, toda vivencia personal, debe conducirse mediante conclusiones lógicas hacia formas de conducta que se justifican por sí mismas. En su tránsito hacia la modernidad, dramaturgos y teóricos del teatro pretenden identificar en el personaje una expresión de inteligencia y de voluntad que supere las exigencias de la fábula, y que al mismo tiempo demuestre cómo el personaje toma conciencia de sí mismo, mediante la reflexión sobre sus propios actos y desde la inmanencia de su propio discurso (monólogo dramático)
En el personaje post-shakespeareano se revela una forma de ser hacia la que parece conducirse teológicamente toda forma de existir, y los hechos, lejos de ser y de imponerse a la persona como realidades inmutables, se constituyen en expresiones significantes de la voluntad del sujeto. En adelante, el camino hacia la renovación teatral del personaje en el siglo XX está abierto, y todas las cualidades que necesita el sujeto
para su éxito son ya cualidades existenciales.
El análisis del personaje es un punto polémico ya que puede ser visto desde diferentes ángulos: el análisis cuatridimensional, el cual abarca los siguientes aspectos:
para su éxito son ya cualidades existenciales.
El análisis del personaje es un punto polémico ya que puede ser visto desde diferentes ángulos: el análisis cuatridimensional, el cual abarca los siguientes aspectos:
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ACTRÍZ: NAHIR BORGES. PERSONAJE: MARGARITA. OBRA: JOAQUINA SÁNCHEZ |
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ACTRÍZ: NAHIR BORGES (CENTRO). PERSONAJE: MARGARITA. OBRA: JOAQUINA SÁNCHEZ |
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NAHIR BORGES Y VITO LONARDO. PERSONAJES: MARGARITA Y EL CORREGIDOR. OBRA; JOAQUINA SÁNCHEZ |
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NAHIR BORGES Y VITO LONARDO. PERSONAJES: MARGARITA Y EL CORREGIDOR OBRA; JOAQUINA SÁNCHEZ |
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